Móstoles, 28 de septiembre de 2011.- El gran desarrollo tecnológico del siglo XXI, unido a la gran masividad de información que nos proporcionan los medios y el fácil acceso a sus contenidos, han hecho posible que se estreche el vínculo entre países desarrollados y tercermundistas. El público joven de los países subdesarrollados presenta un nivel cultural muy bajo y se muestra indefenso ante la publicidad mediática de occidente.
![]() |
Boni. / Imagen cedida por el jugador |
Bonifacio Mamen nació en el litoral de Mbini (Guinea Ecuatorial) el 16 de abril de 1988. Criado en el seno de una familia de diez hermanos, Bonifacio recuerda lo duro que le resultaba el día a día en tierras africanas. A penas tenía para sobrevivir, pero siempre se las ingeniaba para encontrar la forma de renovar su “viejo” celular o permanecer actualizado en las redes sociales.
“En África los chicos no tienen el sueño de ser médico o abogado. Todos quieren ser cantantes o futbolistas. Solo piensas en ganar dinero para darle una vida mejor a tu familia y el mejor medio es el fútbol. El problema es que la televisión te vende un ideal de vida que no se corresponde para nada con la realidad”.
Bonifacio llegó a España con el sueño de ser futbolista, pasó gran parte de su infancia frente a un televisor observando a sus ídolos en el campo. La vida del lujo y fama le sedujo lo suficiente como para querer ser futbolista a cualquier precio. Hace dos años y medio Bonifacio llegó a España en busca de su sueño, pero lejos de convertirse en futbolista acabó engañado por un falso agente FIFA (Federación Internacional de Futbolistas Asociados) que le prometió a él y su familia un futuro seguro en el fútbol español.
“Llegué con el sueño y la ilusión de ser futbolista, pero acabé en la calle, sin trabajo y sin comida. Ojala me hubieran dicho esto antes de venir a Europa, aquí estoy peor que en África. No deberían venderte un sueño de una forma tan gratuita”.
Bonifacio, como el resto de sus compañeros de piso, se ha convertido en un inmigrante más sin papeles de las calles españolas. “Intento ganarme la vida como puedo, pero con la crisis y sin papeles no hay trabajo”.
![]() |
Federico. / Daniel Vázquez |
Para Federico Escobar Palacios, un argentino nacido en Longchamps, localidad ubicada en el partido de Almirante Brown, provincia de Buenos Aires (Argentina), las cosas no han sido mejor. Ha vivido toda su vida en una chabola construida en torno a una farola de la calle.
Criado en la cantera de Boca Juniors, uno de los equipos de fútbol más importantes de Argentina, Federico paso los días de su niñez jugando competiciones por los distintos campos de fútbol de la capital argentina, pero el fútbol en argentina es mas pasión que un trabajo con el que ganarse la vida, así que el pasado 10 de junio de 2011, Federico decidió hacer las maletas y viajar a la capital española. En su caso, Federico cuenta con la ventaja de tener familia en Móstoles, provincia de Madrid, lo que le ha facilitado mucho las cosas.
La legislación madrileña de la Federación de Fútbol de Madrid (FFM) prohíbe jugar en categorías inferiores a la segunda división b, a todos los extranjeros que no hayan ascendido con sus respectivos equipos de categoría. Lo que supone un retroceso en la carrera de un futbolista con pasaporte no europeo.
“No tenía conocimientos de esta ley antes de llegar a España. Me he visto obligado a jugar en categorías inferiores al nivel que estaba acostumbrado en Argentina”.
Federico no se ha tomado como un drama el impedimento de la ley del fútbol madrileño. Aprovecha el tiempo libre que le deja el fútbol y el poco salario para pagarse sus estudios y poder entrar en la universidad en un futuro.
“A veces me entristece el pensar que no llegaré a cumplir mi sueño de niño, ser futbolista, pero por otra parte he ganado en educación”.
En un negocio boyante como el fútbol, donde la competencia cada vez es más agresiva entre sus miembros, existe ese sector de futbolistas no profesionales que lucha por hacerse un hueco en algún club histórico español a cualquier precio. Pocos consiguen el sueño, algunos lo saborean y muchos se quedan en el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario