La
familia Gil, culpable de apropiación indebida del Atlético de Madrid, sigue al
frente del club por haber prescrito el delito
El 30 de junio de 1992 se cumplía el plazo para la
conversión en sociedades anónimas de los equipos de fútbol españoles que así lo
hubieran aprobado en sus asambleas de socios. FC Barcelona, Real Madrid,
Atlético Osasuna y Athletic rechazaron dicha transformación. Los clubes estaban
obligados a establecer el capital social del club y separar esa cantidad en
acciones, que estarían a la venta a disposición de los socios. Si no se
conseguía el montante total establecido como capital social, el club
descendería a Segunda división ‘B’.
El, por entonces, presidente del Atlético de Madrid
Jesús Gil cifró el capital social del club de la ribera del Manzanares en 2.062
millones de pesetas. La adquisición de acciones por parte de los socios era muy
lenta, debido “a la falta de capacidad
económica y a la negativa a compartir intereses económicos con Jesús Gil”,
según declaró Mariano Campos, ex directivo del club. Las dudas acerca de
conseguir el suficiente capital y la cercanía de la fecha límite, oscurecían el
futuro atlético, llegando en algunos círculos a pensar en el descenso como una opción
real. Pese a ello, siempre se esperaba
que Jesús Gil consiguiera el dinero que faltaba y comprara el resto de las
acciones. Casualidades del destino, la gran mayoría de atléticos ahora desean
que el fallecido presidente no hubiera adquirido el paquete accionarial
completo.
Media hora antes de la medianoche y de la hora
límite, Jesús Gil y Enrique Cerezo se personaban en la Comisión Mixta del Consejo
Superior de Deportes para aportar los
1.950 millones restantes y conseguir la conversión del club en sociedad
anónima. En total, Gil y Cerezo adquirieron el 94,5 % de las acciones del club.
Los interrogantes acerca de cómo Gil consiguió el
dinero siempre han sido parte de la actualidad rojiblanca, sobre todo cuando
los resultados no acompañaban. La poca memoria futbolística es un lastre que
muchos aficionados llevan consigo. Cuándo se descubrió que fue Mario Conde, a
través de Banesto, quién financió la operación, más nubes negras de
interrogantes se cernieron sobre el Calderón. La duda de sí Jesús Gil puso
realmente ese dinero para la compra accionarial planeó durante años en las
cabezas de los aficionados atléticos.
Una denuncia interpuesta por un grupo de socios y
accionistas en 1999 por apropiación indebida destapó finalmente el asunto. El
club fue intervenido judicialmente y su presidente entró en prisión. Fue un año
aciago para el club que vio consumado su descenso en Oviedo a Segunda división
tras una penosa temporada deportiva. Las malas acciones empresariales de Jesús
Gil y las denuncias judiciales que estas provocaron afectaron anímicamente al
equipo, más pendiente de los líos extradeportivos de su presidente que de jugar
al fútbol.
En 2003, la Audiencia Nacional dictó sentencia sobre
el ‘caso Atlético’, condenando a Jesús Gil y Enrique Cerezo a dos años de
prisión y a devolver el total de sus acciones al club por un delito de
apropiación indebida. Pese a que se habían cumplido los cinco años pertinentes
para la prescripción del delito, la Audiencia Nacional condenó a los acusados.
Visto el error de oficio, al día siguiente se decidió a añadir un párrafo a la
sentencia, explicando el por qué de la no fundamentación en la prescripción del
delito. La Audiencia Nacional alegó que durante los años posteriores a la
adquisición, los condenados habían seguido realizado acciones en esos cargos,
habían renovado en los sucesivos ejercicios la ficción de estar desembolsando
las acciones y, en consecuencia, la titularidad sin causa sobre ellas.
El hecho de añadir el párrafo aclaratorio fue clave
para el devenir del caso. El Tribunal Supremo corrigió a la Audiencia Nacional,
eximiendo de la condena a los imputados. El motivo fue el citado párrafo,
considerando el Supremo que viola el principio de inmodificabilidad de las resoluciones
judiciales. Lo que no hace es eximir de la culpa a los imputados, a los que
considera culpables de la apropiación indebida pero cuyo delito ha prescrito.
Son dueños del club sin haber puesto dinero para ello.
La mala gestión deportiva de la familia Gil ha
provocado durante los últimos años la aparición de ciertos movimientos y
plataformas atléticas que piden su salida inmediata del club y que restituyan
sus acciones. La falta de continuidad y de propuestas firmes de estos
movimientos los abogan al fracaso continuado. Sin el apoyo completo de todos
los aficionados no podrán conseguir presionar a los dirigentes, dueños del club
sin ninguna intención de venderlo (por ahora).
El último grupo que se ha opuesto a la gestión de la
familia Gil ha sido ‘Atléticos por el cambio’, una plataforma que busca
conseguir el suficiente número de firmas y de apoyos para devolver el Atlético
a sus socios. Aunque dónde de verdad se está viendo oposición es en las gradas
del Vicente Calderón. Muchos aficionados tiñen con bufandas verde y oro el
estadio rojiblanco como forma de expresar su rechazo a la dirección. Este
movimiento es una copia del realizado por los aficionados del Manchester
United, que se manifestaban de igual manera contra los dueños de su club, la
familia estadounidense Glazer.
Pese a todos estos intentos de echar a la familia
Gil, ellos se mantienen firmes en el cargo. Los rumores que decían que el
consejero delegado Miguel Ángel Gil Marín aceptaría una oferta de compra se han
ido diluyendo con los últimos éxitos del equipo. El devenir deportivo marcará
cuándo volverán los rumores y las críticas a unos dueños, culpables de un
delito prescrito. El Atlético de Madrid es junto al Sevilla FC el único equipo
con un presidente imputado por un delito de la Liga BBVA. José María Del Nido,
presidente sevillista, está procesado por el caso ‘minutas’. Cabe recordar, que
el señor Del Nido fue el abogado de Jesús Gil y fue llamado a declarar por
tráfico de influencias y falsear documentos junto a Julián Muñoz, ex teniente
alcalde del propio Gil. Esta es la herencia que nos ha dejado Jesús Gil en el
fútbol español, dueño de un club comprado sin dinero.
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