Las dudas entre el profesorado planean en el horizonte y ven complicada la continuidad para el próximo curso debido a los sucesivos recortes, por parte de la Comunidad, y a la disminución de las partidas presupuestarias destinadas al proyecto. La crisis acecha a los pilares básicos del Estado del bienestar y la educación puede ser la más perjudicada el próximo año.
El Programa bilingüe de la Comunidad de Madrid comenzó en el curso 2004-2005 con la incorporación de 26 colegios de Educación Infantil y Primaria, y en el de 2010-2011 se unieron 32 institutos de Educación Secundaria. Siete años después, la Comunidad suma un total de 340 centros públicos con este sistema educativo. Actualmente, Móstoles cuenta con 10 colegios y 4 institutos bilingües, de un total de 36 y 16 centros educativos públicos, respectivamente.
Cuando el programa comenzó, el país no estaba sumido en una crisis económica tan acusada pero sí que existían pequeños vestigios que hacían prever el posible futuro financiero. Sin embargo, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Móstoles apostaron por una educación bilingüe que, a día de hoy, no se sabe qué futuro tendrá. Ya han comenzado por disminuir la dotación económica de los centros bilingües, han retirado la oferta de cursos de formación en lengua inglesa para los profesores por parte de la Comunidad y no cumplen con lo pactado, como el abastecimiento de soportes y material informático necesario en las aulas. Los equipos directivos de los centros tienen que 'hacer malabares' con el presupuesto porque, en muchas ocasiones, se queda corto.
El Instituto de Educación Secundaria Juan Gris de Móstoles fue el primero en unirse al programa el pasado curso. Según la coordinadora del Programa Bilingüe, Dora Matres, la situación ha cambiado ligeramente respecto al año anterior debido a la reducción de las dotaciones económicas. Además, para ella, el proyecto parece estar inacabado ya que este año solo tienen primero y segundo de la ESO pero no saben cómo va a ser al año que viene y, mucho menos, qué pasará en Bachillerato. De hecho, asegura que el problema que se van a encontrar en un par de años es la elaboración de las Pruebas de Acceso a la Universidad ya que los alumnos tienen prácticamente todas las asignaturas en inglés y, por tanto, deben tener unas pruebas acordes a las enseñanzas que han cursado.
No obstante, para la coordinadora, el sistema está bien planteado para los institutos porque pueden diversificar al alumnado según el nivel que tengan. Algo muy diferente a lo que ocurre en los colegios donde todos los alumnos de una misma aula, tengan el nivel que tengan, cumplen con el mismo currículo académico. Asimismo, explica que en los institutos el programa se divide en dos partes: sección y programa. Al primero se accede tras aprobar el Preliminary English Test (PET) de la Universidad de Cambridge y al segundo, o bien por no haber pasado la prueba o por no haber cursado, con anterioridad, una enseñanza bilingüe. En la sección, los alumnos cursan cinco asignaturas en la lengua anglosajona (Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Educación Física, Tecnología y Plástica) y a las que se unen las cinco horas semanales obligatorias de la propia asignatura de inglés. Mientras que los del programa solo cursan una, Educación Física o Plástica, más la clase de inglés.
Fachada exterior del CEIP León Felipe/ Foto: Mar Campos |
Por otro lado, el colegio mostoleño León Felipe demuestra que el bilingüismo es posible en la Educación Infantil y Primaria. Aunque también es cierto que, como asegura el coordinador del Programa bilingüe de este centro, José Ángel Rodrigo, los niños, a veces, pueden confundirse y tender a pensar que durante todo el día dan inglés. Para estos casos, los profesores recurren a ciertos trucos para que los más pequeños entiendan que aunque la clase de conocimiento del medio es en inglés, no es la clase de inglés. Para ello, el profesor sale del aula y entra a los pocos minutos. Así, los niños entienden la dinámica de que el salir de clase y el volver a entrar significa que la asignatura cambia.
Por su parte, la jefa de estudios, Ana Belén Redondo, entiende que el proyecto está incompleto porque los niños aunque sí aprenden mucho en comprensión lectora, no existe una proyección fuera de las aulas ni un mayor hincapié en las destrezas orales, debido en parte al número de alumnos por clase (entre 20 y 25). En muchas ocasiones, los padres de nuevos alumnos, por desconocimiento, no saben cómo funciona el programa y se producen sorpresas al inicio del curso. Acuden ‘cegados’ por la propaganda de la Comunidad y por los beneficios de la inmersión lingüística, sin tener en cuenta los pros y los contras de este sistema educativo. "No vale solo con lo que se da en las aulas, también es necesario que en casa trabajen las diferente materias" aconseja la jefa de estudios.
Para evitar estas situaciones, una solución posible sería la realización de una prueba de acceso para casos excepcionales como pueden ser las incorporaciones de nuevos alumnos que no provienen de enseñanzas bilingües y, por tanto, no están introducidos en la dinámica de aprendizaje. Sin embargo, para la jefa de estudios, este tipo de pruebas no son factibles porque todo el mundo tiene derecho a la educación y no puede denegarse el acceso a ella. De hecho, la elección del centro recae en los propios padres y no en la Comisión de Escolarización ni en los centros educativos.
Por otro lado, la jefa de estudios añade que sería conveniente la remodelación de los métodos de enseñanza vigentes desde los años setenta. Para este sistema de educación no sirve el memorizar y examinar de las materias como se hacía antes, sería más beneficioso las autoevaluaciones, el medir el grado de autonomía de los niños, su relación social y ciudadana con los demás compañeros, entre otros. Valorar aspectos pertenecientes más a la parte sensitiva de los niños y no tanto a la mnemónica o relativos a la memoria. De la misma manera que opina de los exámenes por parte de la Universidad de Cambridge y del Trinity College London, los cuales podrían variar en su formato. Los niños más pequeños no conocen al examinador y no está permitida la presencia del tutor durante el tiempo de examen, algo que en los alumnos más tímidos provoca un desconcierto y unos no tan buenos resultados.
La situación, en general, no parece importar a las instituciones competentes en el tema. El problema es que la previsión solo se planteó a corto y medio plazo pero no tuvieron en cuenta que la educación es una inversión de futuro para todas las generaciones venideras. Ese futuro incierto es el que plantea a muchos padres decidirse por este modelo de enseñanza o continuar con el tradicional. No obstante, ni la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid ni la Concejalía del municipio han opinado sobre el tema.