Familias, pequeñas y grandes empresas pasan por grandes
apuros para cuadrar las cuentas cada final de mes. El fútbol no es una excepción
y en Madrid existen varios casos de equipos sobre los que se cierne un futuro
más que negro. Las aportaciones institucionales se convierten en la tabla de
salvación de muchos de los clubes, pero ¿qué ocurre cuando la subvención no
llega?
En el grupo I de Segunda B hay dos claros ejemplos de las consecuencias que tienen, en los clubes ,la llegada o no de las subvenciones prometidas por los ayuntamientos son la Unión Deportiva San Sebastián de los Reyes y el Club Deportivo Leganés.
Encuentro disputado entre el Sanse y Lega.
Foto: Esther García.
El Sanse pasa por unos de sus peores momentos, a la crisis
económica se le une la institucional y en los últimos encuentros hasta la
deportiva. La actual junta gestora realizó unos presupuestos basados en un 90%
en lo que iba a percibir, en concepto de subvención, por parte del
ayuntamiento. El 10% restante llegaría por el convenio firmado con Telemadrid,
según afirmó el jefe de prensa de la entidad, Quique Díaz.
Cuando el consistorio rebajo dicha subvención, enmarcada en una política
de restricción, todas las cuentas se vinieron abajo, ni jugadores, ni cuerpo
técnico, ni empleados reciben un solo euro desde septiembre. A esto se le une
la renuncia a última hora de un grupo inversor dispuesto a hacerse cargo del
club y de todas sus deudas. La realidad sansera pasa por lo que ocurra el
próximo día 20 de diciembre en la enésima asamblea extraordinaria que se
celebrará.
La directiva del CD Leganés posando en un acto junto a los jugadores.
Foto: Esther García.
A unos cuantos kilómetros de San Sebastián de los Reyes está Leganés y su equipo de fútbol. En 2009,
un empresario de la localidad, Felipe Moreno, decidió hacerse cargo del
conjunto pepinero. Con un presupuesto de un millón de euros por temporada, el
ayuntamiento pacto una subvención de 500.000 euros, pero ni este ejercicio ni
el pasado han percibido cantidad alguna,
como aseguró su director de comunicación, Daniel Abanda.
Esta circunstancia no ha significado que nadie deje de cobrar porque el
club se hace cargo de cada gasto, previsto y no previsto. “Es la obligación que
lleva implícita ser el máximo accionista de la entidad”, afirmó su presidente, Felipe
Moreno.
Los equipos de fútbol, como tal, son empresas. Aquellos que
por voluntad propia deciden hacerse cargo de ellos debe invertir dinero o
buscar la manera de conseguirlo para hacerlos
solventes.
Los clubes no pueden depender de las subvenciones facilitadas por las
instituciones para ser viables, como no lo hacen ni el bar ni la panadería del
barrio.
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