Las bajas temperaturas, entre menos un grado centrígrado y seis, que se han sufrido durante los días
festivos del puente de la Constitución han sido aprovechados por muchas familias de la localidad abulense de Hoyocasero para reunirse y hacer la matanza del cerdo. En el municipio ya son cada vez menos los que realizan esta práctica y los que siguen haciéndola han variado el proceso adaptándose a las nuevas posibilidades que se les ofrecen.
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Matanza de 1995/ Foto: Teresa Martín |
Todo
lo que engloba a la matanza, la compra del cerdo, su engorde y el sacrificio, según
afirma el carnicero local, Vicente Fernández, “ha cambiado de una forma u otra”. La gente hace
cada vez menos todo el proceso ya que es difícil reunir a tantas personas para
llevarlo a cabo, además con el éxodo rural de los años 40 la población local mermó y en la actualidad no hay gente viviendo en la localidad que cuide de los cerdos.
Según la mujer del carnicero, Marta Domínguez, “antiguamente era habitual hacer el sacrificio de los cerdos
para proporcionar comida durante todo el año a la familia, ahora se hace por
mantener la tradición y porque luego gusta comer los embutidos obtenidos de la
matanza”.
La primera fase, la compra del cerdo ha cambiado ya que ante se compraba en enero y ahora se hace con independencia de los meses. Según Vicente Fernández, “se solía comprar dos cerdos por casa y se engordaba durante,
aproximadamente, 10 meses, a base de trigo, centeno y restos de las comidas”.
Estos cerdos, según un veterano en la matanza de la localidad, Jesús Díaz,
“eran paseados por el porquero, persona del pueblo que se encargaban de cuidar a
los cerdos de todas las familias durante los meses de verano". Durante estos
meses de calor, el porquero, les hacía andar ocho kilómetros diarios, durante
los cuales los animales comían pastos naturales, se lavaban en arroyos y
andaban. "Por este ejercicio luego la carne era mejor” señalaba Jesús. Todo esto en la
actualidad ha cambiado, ya que las familias que tienen cerdos se dedican solo a
su engorde.
Chorizos curados/ Foto: Cesáreo E. Martín |
El
día escogido para la matanza, según Jesús Díaz, era un “día que hiciera hielo,
evitando días húmedos y de niebla”. El sacrificio del animal se hacía entre cinco hombres que sujetaban al animal mientras otro daba muerte al
porcino con un gancho. En la actualidad, según Jesús Díaz, “se mata de una
forma más fácil y segura para las personas, atándolo con cuerdas a un tractor”.
Durante el desangrado del animal “los niños recogían su sangre y la removían con una cuchara para que no se cuajase. Con esta sangre luego se
hacían las morcillas. Después se procedía al socarrado, en la que se quemaba la
parte exterior del animal situándolo encima de una cama de arbustos prendidos.
Posteriormente para quitar los restos se utilizaba agua fría y una teja para
raspar los pelos que quedaban”. A continuación se abría
al cerdo y se quitaban las vísceras que, según
Marta Domínguez, “las mujeres
llevaban a lavar a los arroyos los intestinos con los que después se haría el
chorizo”. En muchos casos, esta fase se ha sustituido por comprar directamente
en la carnicería de la localidad la carne y el material para hacer la matanza,
una práctica cada vez más extendida, ya que, según una de las clientas de la carnicería de la localidad, Pilar Díaz, “es mucho más cómodo”.
Otro de los factores por los que se hace menos la matanza es porque "las casas modernas, de nueva construcción, no tienen techos de madera como tenían las
casas antiguas. Estos techos eran los ideales para curar los embutidos de la
matanza, como era el caso de los chorizos y las costillas" apuntaba Jesús. Aun así, desde el Ayuntamiento ven que "es importante que en Hoyocasero se siga haciendo la matanza”.
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