Radamel Falcao fue el
artífice de esta victoria con dos goles y un gran repertorio de remates y
desmarques
Un tigre anda suelto. Bajo este lema presentó el Atlético de
Madrid a Radamel Falcao, el jugador llamado a ilusionar de nuevo a una afición
que se había quedado sin ídolos a los que venerar. Y el delantero colombiano está
superando todas las expectativas creadas. Llegaba el Sporting de Gijón al
Calderón con su casillero de puntos a cero y la necesidad imperiosa de puntuar
ante un Atleti, marcado por las rotaciones. Sin Diego en el campo y con cinco
caras nuevas respecto al último encuentro pero la misma idea de juego: tener el
balón. Y si a eso le sumas un jugador como Radamel Falcao, todo suena mejor.
Los locales tomaron el mando del partido ante un rival que
salió rendido desde el principio. Las subidas constantes de los laterales y la
movilidad entre líneas del turco Arda Turan fueron un quebradero de cabeza para
los de Preciado. Todo balón que merodeaba el área del Sporting era síntoma de
peligro, gracias a un Falcao que peleaba cada pelota que se le acercaba. El
nueve atlético se mostró en todo su esplendor: provocó un penalti no pitado,
marcó un gol anulado por una falta inexistente y ayudó en el gol en propia
puerta de Lora. El 1-0 con el que se llegaba al descanso parecía poco botín
viendo el desarrollo del juego.
En la segunda parte el equipo asturiano adelantó la línea de
presión y dificultó la salida de balón rival. El Sporting tuvo un par de
acciones de peligro y empezó a irse hacia la portería de Courtois. El resultado
dejaba un partido abierto y, en otros tiempos, la grada hubiera empezado a
temerse lo peor. Pero este Atlético es distinto y su gente lo sabe. Los de
Manzano se adueñaron de nuevo del balón y a la salida de un córner, Domínguez
cerró el partido con un gol que le sirve para volver a creer en sus
posibilidades. Era la puntilla para los asturianos que se echaron atrás y se
limitaron a partir de ahí a no encajar más goles.
Tarea difícil si el delantero rival es Radamel Falcao.
Primero, de aviso, un disparo a la escuadra de Cuéllar; para seguir con los dos
goles que culminarían su noche. En un barullo en el área se encontró el balón,
se giró y colocó el balón pegado al poste lejos del alcance del portero. Más
tarde, cerraría el resultado con un precioso remate de cabeza a la escuadra
tras centro de Gabi. Espera el Barça para el Atlético más ilusionante y
confiado de los últimos tiempos.
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