Casi 200 años de historia a las espaldas avalan al Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (RCSMM), una institución que emana, o que debiera emanar, prestigio y renombre, pero que durante los últimos meses ha visto como el descrédito y el desdoro amenazaban con empañar para siempre la imagen del conservatorio. Durante los últimos días, una ola de acontecimientos ha desestabilizado el funcionamiento del centro: desde las protestas continuadas de los alumnos a la destitución del director y su junta directiva. La gestión de la enseñanza no ha sido la adecuada, aunque puede que la solución pase por atender a los problemas más básicos. Los alumnos del RCSMM denuncian que las instalaciones no son las adecuadas, que el mantenimiento de las aulas y cabinas de estudio es deficiente y que algunos de los materiales con los que trabajan están defectuosos o son excesivamente viejos.
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Foto: Wikimedia Commons Fotografía sin derechos de autor |
En el conservatorio, existen en total unas 27 cabinas de estudio: 7 para los alumnos de viento y 20 para el resto de alumnos, 15 de ellas con piano. 27 cabinas a compartir entre un total de 600 alumnos matriculados. No hay suficientes para todos, aunque en la pugna por conseguir un lugar de estudio, unos instrumentistas salen peor parados que otros. Para los alumnos de guitarra resulta prácticamente imposible estudiar en una de las cabinas. No solo por el difícil acceso, sino porque no están debidamente insonorizadas. “Si nos toca una cabina al lado de un piano o de cualquier instrumento que suene fuerte, no nos podemos escuchar”, denuncia Álvaro López, alumno de tercero de guitarra. “La guitarra es un instrumento de menor potencia sonora que una trompeta, si las cabinas no están debidamente insonorizadas, cualquier instrumento que suene en alguna cabina contigua, nos va a molestar”. Es por esta razón por la que muchos alumnos de guitarra se ven obligados a estudiar en los pasillos del conservatorio. “Necesitamos ensayar en algún sitio. Tenemos un programa que cumplir y no se nos va a hacer ningún tipo de concesión porque no tengamos sitio donde estudiar”.
Los alumnos de percusión, junto con los de guitarra, son algunos de los más afectados. “Por regla general, el departamento de percusión es el más difícil de mantener en cualquier conservatorio”, asegura Fernando J. Fermoso, alumno de segundo de percusión. “Y con todos los problemas que hay en el conservatorio ahora mismo, nosotros estamos a la cola de todo”. Los alumnos de percusión ni siquiera tienen cabinas de estudio donde poder practicar. Tienen dos aulas, donde imparten clase, y donde aprovechan para estudiar cuando pueden. Sin embargo, las aulas están sometidas a un horario y en ellas imparten clase varios profesores. “A lo mejor, estamos estudiando y llega un profesor de piano con un grupo de cámara y nos tenemos que ir”, declara Fernando. Por ello, aprovechan al máximo los fines de semana o incluso, buscan asilo en algún conservatorio profesional de Madrid para poder estudiar. “También hay mucha escasez de material”, afirma Fernando. “Lo normal en cualquier conservatorio es que haya al menos tres marimbas de cinco octavas, mientras que nosotros solo tenemos una y otra que está hecha una pena”. Los alumnos aseguran que la directiva ya conoce el problema, pero que no hacen nada para buscar una solución. “Nos dijeron que no había dinero para instrumentos de percusión, pero luego se gastaron un dineral en un arpa que no era necesidad inmediata para nadie”.
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