El sistema público sanitario se
encarga de suministrar el tratamiento a los infectados por el virus VIH y a las
personas que han contraído la enfermedad, el SIDA. Pero, a pesar de ello, hay
ámbitos que no están cubiertos. Se trata del cuidado y asesoramiento de los
pacientes y de sus familiares o amigos. Con la intención de subsanar esta
carencia, en 1993 surgió Apoyo Positivo: una asociación creada por
profesionales en la que se realizan terapias individuales y de grupo, se
informa sobre educación sexual y se trabaja en la prevención de enfermedades de
trasmisión sexual. También llevan a cabo las llamadas 'pruebas rápidas', a
través de la saliva, para saber si una
persona tiene los anticuerpos del VIH.
Lorena Ibarguchi es licenciada en Psicología y tiene un máster en Terapia Familiar y de pareja por la Universidad Pontificia de
Comillas. Trabaja como psicóloga clínica en el 'plan de atención psicosocial' de
la organización.
Respuesta. Lo primero es
poder informar de que las personas van a seguir llevando una vida muy
normalizada. Y ver qué tipo de ideas preconcebidas tenía esa
persona, porque las hay que sentían un cierto rechazo hacia la enfermedad o hacia las personas que lo
tuvieran. Entonces, cuando les toca a ellos realmente lo viven muy mal.
Luego otras consiguen normalizarlo, otras no quieren decírselo a nadie
y es muy complicado que una persona lo normalice si quiénes nos rodean, a los que queremos, no tienen ninguna información sobre lo que nos
está pasando. Se trabaja mucho el estigma que va asociado a la
enfermedad, es muy necesario porque es lo que muchas veces viven peor.
P. ¿Cómo influye que
personajes famosos como el cantante Freddy Mercury o el exjugador de baloncesto Magic Johnson hayan comunicado
públicamente que estaban infectados (SIDA en el primer caso, VIH en el
segundo)?
R. Ayuda muchísimo, lo que
pasa que todavía falta muchísima visibilidad por ejemplo, en España, de todas
las personas que puedan tenerlo que sean gente conocida, eso ayudaría. Pero
tampoco se les puede exigir a ellos ese esfuerzo. Es esfuerzo de todos normalizar la infección, que entendamos que todos somos exactamente iguales
y que nos puede pasar a cualquiera. Y que una persona no cambia por tener VIH o
no tenerlo. En el día a día es inviable, imposible, infectarse por VIH aunque
compartamos vasos, cubiertos...Todos esos prejuicios no son reales, son falsos.
Es falta de información.
P. Los infectados por VIH
o SIDA pueden tener miedo al rechazo a la hora de contarlo, ¿qué se les
recomienda?
R. Yo a nivel familiar
desde luego que sí recomiendo que lo cuenten. Aconsejo normalizarlo y que todos
hagamos esa normalización. Que lo digan a las personas cercanas porque la
familia está para eso, para apoyar en determinados momentos en los que uno lo
está pasando mal. A nivel laboral no se aconseja porque la gente no tiene por
qué conocer intimidades nuestras. Y a los amigos que nosotros queramos.
Que la persona con VIH no se sienta con la obligación de decirlo ni de no
decirlo, sino que se sienta libre de decirlo a quiénes considere que se merecen
conocer esa información, que es íntima, y que
crean que le puede ayudar.
P. ¿Cómo reacciona una
persona cuándo se entera de que está contagiada?
R. A nivel psicológico
tiene todas las fases por las que se pasa en el duelo, pues no deja de ser una
pérdida: la de nuestra salud. Entonces van pasando por todas las etapas: la
fase de negación, la fase de rabia, la fase de depresión y la fase de
aceptación. Hay personas que en ese momento tan reciente pues lógicamente sí se
derrumban porque no deja de ser una infección crónica que, a día de hoy, no
tiene cura.
P. ¿Cuál es el perfil de
la persona que viene a la asociación?
R. Nosotros atendemos a
todo tipo de población. Nuestro único requisito es que no haya un consumo de
drogas activo, aunque podemos atender a personas que sí que estén en esa fase
de consumo pero siempre que empiecen a pedir atención en centros especializados
para la ayuda a personas con trastornos adictivos. Es un programa totalmente
abierto. Hay programas en Madrid que
están especializados para personas homosexuales. En los grupos que vienen hay un alto porcentaje de hombre
homosexual.
P. ¿Hay algún caso en el
que una persona infectada haya querido vengarse?
R. Hay de todo, lo normal
es que las personas que vienen a solicitar ayuda, vengan derivadas de los
hospitales porque los médicos les han insistido. Pero, al fin y al cabo, no
dejan de ser personas que se quieren cuidar y que quieren hacer las cosas bien.
Es verdad que personas que quieran vengarse puedan existir en esa fase de rabia. Yo a lo largo de los años he tenido a alguna persona así pero no es lo
normal.
P.¿Cómo deben actuar las
personas que conviven con enfermos de VIH para ayudarles?
R. Normalizándolo.
Respetando cómo lo viva la persona en el sentido de que hay veces que o le
damos demasiada importancia o decimos “Bueno, ¡si eso no es nada!” Hombre, no
es nada, pero no es nada para quién no lo tiene. Entonces hay que respetarles y
dejarse guiar por la propia persona. Viendo o intuyendo cómo la vamos a poder
ayudar más. Cómo va a querer ella que la ayudemos. Si notamos que esa persona
quiere que la preguntemos o que cuándo la preguntamos corta un poco el tema y
pasa a otra cosa... Respetando las pautas que la otra persona, de forma
indirecta, nos de.
P. ¿Las campañas como la del Día Mundial de la lucha contra el SIDA sirven para que la gente se conciencie más?
R. Sí sirven, lo que pasa es que es verdad que al final el estigma todavía sigue existiendo y las personas infectadas, a nivel psicológico, lo pasan mal cuándo no deberían. Una cosa es que una persona lo pase mal por el problema de salud y otra cosa es que lo pase mal o esté angustiadísimo por circunstancias que tienen que ver con la falta de información y miedo en la población. Entonces es un sufrimiento inútil que todos tenemos que trabajar para poder erradicar.
R. Informándose, porque al final lo que hay es una grandísima falta de información. Porque nosotros en nuestro día a día, es inviable que nos infectemos por convivir con una persona con VIH. Entonces no tiene ningún sentido, no son racionales esos miedos de tener un amigo o un familiar con VIH y apartarse o decir que no estén cerca de los niños. No. Es falta de información. Es desconocimiento, y ese desconocimiento hace muchísimo daño a las personas que viven con VIH.
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