Después del fútbol, la vida real


La cultura de masas y los grandes equipos-empresas han inculcado el gol como el máximo objetivo a perseguir y han priorizado la obtención de beneficios, la competitividad  y la ascensión en las tablas al mero ejercicio en grupo que supone el fútbol en sí. Sin embargo, con mucho esfuerzo, salen a veces a la luz proyectos que buscan impulsar a la vida real a personas a las que no les es fácil dar el paso, esto es, el fútbol en el que no importan los goles, el fútbol como terapia.



Pabellón cubierto del polideportivo Canal de Isabel II.
Captura propia.
Alberto Sánchez Gutiérrez es terapeuta ocupacional del Hospital de Día de Madrid y ha sido uno de los precursores de la liga de fútbol sala de Salud Mental de la Comunidad de Madrid, en la que participan 20 equipos que pertenecen a centros de la Red de atención a personas con enfermedad mental grave y duradera. La liga comenzó el pasado viernes 7 en el polideportivo Canal de Isabel II, y tras unos partidos amistosos llegó el turno de las fotos de presentación. Las gradas estaban llenas de jugadores expectantes. “Que hayan llegado hasta el polideportivo sin que les acompañemos ya es un gran paso”, comenta María, preparadora laboral.

Durante el pasado Campeonato Mediterráneo de la Comunidad de Madrid se continuó tejiendo una red con distintos países que abarcaba tres dimensiones: la social, la técnica y profesional y la deportiva. Respecto a las ligas normalizadas con personas sin enfermedad mental, Alberto asegura que “a nivel deportivo era un fracaso, les metían 20 goles pero no pasaba nada, no había agresividad, lo importante era que el hecho de formar parte de un equipo les hacía organizarse para jugar. Los fines de semana salían, les aportaba hábitos de vida y vínculos sociales. Se produce una definición de roles, una asignación de tareas y responsabilidades. El fútbol es secundario”, dice Alberto. La medicación además supone una merma de actividad, por ello la competición en un entorno normalizado, con gente ajena a la enfermedad mental es tan necesaria. “Les calma la ansiedad, y además se establecen lazos entre los padres”, afirma.

Y es que en Italia, a raíz de iniciativas deportivas como éstas, enfermos mentales gestionan un hotel con total independencia. La no la aceptación ni atención por parte de las instituciones y el desconocimiento en torno a la enfermedad mental silencia el hecho de que estas personas aunarán el valor suficiente para salir a la vida real gracias a proyectos como éste. 

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