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"El teatro ayuda a las presas a evadirse del ambiente duro de la cárcel"



Elena Cánovas, directora de la compañía Teatro Yeses

Elena Cánovas, directora de Teatro Yeses.
 Foto:  teatroyeses.com
Elena Cánovas es la fundadora y directora de la compañía ‘Teatro Yeses’, un grupo teatral formado por internas procedentes de cárceles femeninas. Es licenciada en arte dramático y ganadora de numerosos premios como el Premio a la Mujer Creadora, que recibió en 2008.  Ese mismo año la directora Belén Macías llevó su historia a la gran pantalla con la película ‘El patio de mi cárcel’. Actualmente se encuentra de gira recorriendo diferentes  teatros de la Comunidad de Madrid  con la obra “Rumbo a Guachafita”, que ha participado en los actos con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Pregunta.  ¿De qué trata la obra ‘Rumbo a Guachafita?

Respuesta. Trata de cuatro  mujeres que deciden hacer un viaje para  romper con su vida anterior. Es un viaje misterioso, cargado de sorpresas donde se entrelazan las historias de las protagonistas. La historia incluye temas como la emigración, el engaño, la explotación laboral…pero también la amistad, la esperanza y la lucha por conseguir una vida mejor.

P.  Lleva 20 años trabajando en cárceles de mujeres ¿cómo surgió la idea de introducir el teatro en lugares como estos? ¿fue difícil?

R.  En 1978 ingresé como funcionaria en una de estas cárceles y solía imaginar la cantidad de actividades que se podían hacer allí. Pero la realidad era muy distinta. Me dieron un uniforme y unas llaves y mi trabajo consistía en contar a las mujeres, registrarlas, vigilarlas y poner partes. Ante esta situación decidí estudiar Arte Dramático. Una vez titulada en 1985, le propuse a la directora del centro la creación de un taller de teatro. La vida en las cárceles por entonces era muy dura. Recuerdo que casi todas las internas eran demasiado jóvenes y consumían droga. En muchas ocasiones estaban enfermas. Teníamos muchas dificultades pero también mucho entusiasmo por luchar y crecer en nuestros espectáculos  sin siquiera  imaginar que, más tarde, traspasaríamos los muros de la cárcel a través de la actividad teatral.

P. ¿Han evolucionado los centros penitenciarios en los últimos 20 años?

R. Por supuesto que han cambiado desde entonces y todavía se pueden mejorar. Las cárceles deben convertirse en espacios para la formación, el desarrollo personal y social y la convivencia. En un ambiente frío y hostil esto no puede producirse.

P.  Usted es licenciada en dirección teatral ¿Cuál es la mayor diferencia que ha encontrado entre trabajar con mujeres internas a hacerlo con un equipo convencional? ¿es más complicado?

R. La diferencia fundamental está en la dirección de actores. No es lo mismo dirigir a un actor profesional que dirigir a personas que jamás se subieron a un escenario y algunas que ni siquiera vieron una función de teatro. Sin embargo es tan gratificante el cambio que experimentan estas mujeres a través de la actividad teatral, que me siento una privilegiada por ver e intervenir en este proceso. La actuación de estas mujeres es fresca, espontánea, entusiasta y no tiene esos ‘tics’ de algunos profesionales. Las mujeres yeses trabajan con actores profesionales que trasmiten al grupo la manera de trabajar de las compañías en el exterior, por tanto se logra que nuestro grupo tenga unas condiciones de normalidad igual que las de fuera con la única diferencia que los ensayos se realizan dentro de la cárcel.

P.  ¿De qué manera el teatro ayuda a las presas?

R.  Aumenta su autoestima, que la tienen por los suelos y afianza su personalidad de forma positiva, empiezan a respetarse a sí mismas. Además les ayuda a evadirse del ambiente duro de la prisión para entrar en un ambiente de creación y de libertad y les acerca a la cultura. También es positivo porque aprenden a trabajar en equipo, a ser solidarias, a convivir. El teatro  no siempre hace actrices pero sí es un aprendizaje liberador en todos los sentidos. Es una herramienta importante para que, una vez en libertad, puedan hacerse con sus vidas.

P.  En 2008 Belén Macías llevó al cine su historia con la película “El patio de mi cárcel” en la que usted era interpretada por la actriz Candela Peña ¿se sintió identificada en la pantalla?  ¿refleja bien la película la cruda realidad de la cárcel?

Escena de la película 'El patio de mi cárcel'
R.  Muchas de las tribulaciones que había sufrido el grupo están plasmadas en la película porque yo se las conté a la directora. Respecto a mi personaje tengo que decir que mis comienzos fueron bastante más duros. Yo  era una chica joven, rebelde y hippy, entusiasta y con ganas de hacer cosas nuevas y pasarlo bien. Mi aspecto colorista y divertido chocaba mucho con el gris de la prisión y dista mucho del aspecto monjil que saca la actriz en la película.

P. Algunas de sus obras han sido representadas en el Teatro Albéniz, en la actualidad abandonado y con posibilidades de ser destruido, el Teatro de la Comedia de Madrid también lleva años para ser restaurado ¿qué opina de la situación actual de los teatros en España?

R. Me gustan mucho los teatros antiguos –son todavía más sagrados- y siento profundamente que se cierren y que no se rehabiliten. Hay obras deliciosamente intimistas que se dan el abrigo de las luces doradas, los palcos misteriosos y las aterciopeladas telas.  Ahora la tendencia es hacer espacios multiculturales, auditorios funcionales que sirvan además del teatro, para música, danza, conferencias, presentaciones de libros, pase de modelos…

P. ¿Cuáles son sus proyectos de futuro?

R. Seguir creciendo con la compañía y creando nuevos espectáculos así como extender nuestra trabajo a otros espacios y a otros colectivos reivindicando el valor pedagógico y social que tiene la actividad teatral.
Tengo pensado asistir a congresos de Teatro y Prisión que se dan en otros países para intercambiar experiencias. Además, uno de mis sueños es fundar una escuela teatral carcelaria donde las integrantes puedan aprender los distintos oficios del arte teatral con el fin de que les sirva para su integración en la sociedad.
  

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