Dr. CARLOS GOICOECHEA GARCÍA Profesor Titular de Farmacología de la Universidad Rey Juan Carlos
Carlos Goicoechea García es Profesor Titular de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos y un apasionado de la formación farmacológica. En 2010 dejó su cargo como Coordinador del Máster Estudio y Tratamiento del Dolor y desde entonces forma parte del profesorado de esta universidad, en la que, junto a médicos, farmacéuticos y biólogos, asesora a sus alumnos para afrontar las nuevas políticas de la sanidad y les educa para lograr una mejora en la relación farmacia-paciente. La principal conclusión de su experiencia es que es necesario invertir más en investigación si de verdad se quiere ser un país competitivo e incentivar a los alumnos a participar en este tipo de proyectos.
Pregunta. ¿Qué relación tiene el mundo de la empresa farmacéutica con la investigación en la Facultad?
Respuesta. En principio, uno podría pensar que se trata de ámbitos diferentes: uno, el de la industria, más interesado en la aplicabilidad y la rentabilidad de sus descubrimientos, o invenciones, y el otro, el académico, más centrado en el estudio científico, tenga o no aplicabilidad inmediata. Pero la verdad es que son dos mundos condenados a entenderse.
La universidad no puede, ni debe, vivir de espaldas a la sociedad, y en el ámbito de la farmacología eso significa trabajar para mejorar, en la medida de nuestras posibilidades, la salud y el bienestar de la población. Por ello, cada vez colaboramos más con los laboratorios farmacéuticos, a veces participando en la evaluación de sus fármacos, y en otras ocasiones, como asesores o participantes en proyectos de investigación conjuntos, ya sea en la búsqueda de dianas farmacológicas, en la profundización de mecanismos de acción, o en la detección de efectos secundarios, o complementarios del producto.
P. La visión más tradicional sitúa a los licenciados en el mundo de la atención farmacéutica, pero las posibilidades del mercado son más amplias. ¿En qué sectores podemos encontrar a los nuevos titulados?
R. Si hablamos de licenciados ( o ya graduados) de Farmacia, efectivamente la salida más “lógica” o esperable es la oficina de farmacia, pero también existen en el ámbito hospitalario. Otros sectores pueden ser la nutrición y la dietética, la parafarmacia, la alimentación, los análisis clínicos, etc.
Y desde luego, el que debería ser de los más importantes, desde mi punto de vista, es el campo de la investigación, que debe, de una vez por todas, despegar en este país, si queremos ser realmente competitivos. La vocación investigadora existe, y los estudiantes de Doctorado tienen una muy buena formación. Sin embargo, una vez obtenida su Tesis Doctoral, sus posibilidades de poder seguir investigando en España son muy escasas. Es fundamental dotar con medios (y cuando se dice medios, realmente significa fondos) a la comunidad científica para consolidar una estructura investigadora sólida y autosuficiente. Claramente no es un logro que se vaya a conseguir en 5 años, pero sin duda es un objetivo que debe ser prioritario para modernizar nuestra economía.
P. ¿Ha evolucionado la función social del farmacéutico como agente de salud?
R. Desde luego, con la aparición masiva de genéricos y la implantación de la nueva Ley de prescripción por principio activo su papel es cada vez más importante.
P. ¿De qué modo afectan las nuevas tecnologías a la práctica farmacéutica?
R. Un mayor acceso a la información, no significa obligatoriamente que esa información sea veraz, o esté actualizada, por lo que es el profesional el que debe ser capaz de filtrar y tamizar el mensaje, para, ni crear falsas expectativas, ni alarmar innecesariamente al paciente.
P. Cada vez se pide más a los profesionales de la salud. ¿Cómo se han adaptado los planes de estudios a las exigencias de la sociedad?
R. El plan Bolonia relaciona a los alumnos de una forma más directa con la vida profesional. En Ciencias de la Salud esto lleva siendo así desde que se crearon las primeras universidades a partir del siglo X. Todos los alumnos aprenden directamente en el ámbito clínico, rotando por hospitales y centros de salud casi desde el principio de su vida universitaria.
El principal interés actual en la formación de profesionales sanitarios sigue siendo, lógicamente, conseguir el mejor cuidado posible al paciente y a la sociedad, desde cualquier ámbito (médico, enfermero, farmacéutico, etc.), en los planes de estudio ha cobrado mucha importancia el desarrollo de habilidades de comunicación y salud pública, probablemente relacionado con ese mayor nivel de formación y exigencia por parte de la sociedad que hemos comentado anteriormente.
P. Una reflexión en clave colectiva, ¿cómo pueden contribuir los farmacéuticos a mejorar la cultura sanitaria de la población?
R. Se han hecho esfuerzos para reducir la automedicación y para mejorar el cumplimiento de las posologías y las dosificaciones de los medicamentos. La información en este sentido siempre es necesaria y el farmacéutico es otro eslabón de la cadena.
Con la nueva ley, los médicos están obligados a recetar únicamente el principio activo del medicamento y va a ser el farmacéutico el encargado de facilitar al paciente el medicamento que considere más adecuado en cada caso, y siempre decantándose por el genérico. Esto (sin entrar a debatir la idoneidad de este sistema, ni el papel de los genéricos en la respuesta terapéutica) obliga al farmacéutico a un esfuerzo de actualización farmacológica (que ya llevan a cabo de forma habitual, lógicamente), pero además a un incremento papel divulgador hacia el paciente.
P. De cara al futuro, ¿cuáles son los principales retos del profesional farmacéutico para mejorar la calidad en la atención a la salud?
R. Yo diría que son tres: mantener y actualizar su formación farmacológica, entender su papel fundamental como educador de la población y colaborar en la racionalización del gasto farmacéutico pero sin disminuir la calidad del tratamiento farmacológico, empelando siempre el mejor fármaco posible.
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