Hoy en día, las redes sociales se han convertido en una
basta forma de comunicación: rápida, espontánea y completa. Rápida, gracias a
las nuevas tecnologías como tablets, smartphones, smart tvs…; Espontánea, ya
que gracias a ellas se pueden expresar sentimientos y opiniones en tiempo real;
y, completa porque se pueden incluir fotos, videos, links, y compartirlas
con lo que creemos es una beta privada de personas en nuestra red social.
Pero la letra pequeña dista mucho de esta realidad. Al
acceder a muchas de estas redes estamos consintiendo y autorizando una serie de
afrentas a nuestra privacidad.
En el caso de Facebook, la letra pequeña nos dice que al
acceder como usuario este otorga a la compañía: “una licencia irrevocable,
perpetua, no exclusiva, transferible, plenamente desembolsada y
mundial (con derecho de sublicencia) para usar, copiar, reproducir
públicamente, mostrar públicamente, reformatear, traducir, obtener extractos
(totales o parciales) y distribuir dicho contenido de usuario para
cualquier fin, ya sea comercial, publicitario o de otro tipo”. Es decir,
al inscribirse en esta red y aceptar su contrato, el usuario renuncia a
cualquier poder que tenga sobre toda su información y es la empresa la que
podrá utilizar tus datos de la forma que quiera, para lo que quiera. La
empresa, además, se guarda el derecho a seguir manteniendo esa información
aunque decidas darte de baja en su red y borrar tu cuenta.
Otra red social, Tuenti, que nació como la más `privada´ de
estas redes, siendo necesaria una invitación de otro usuario para acceder a
ella, tampoco muestra mucha sensibilidad por la privacidad e información que se
comparte en su red; ya que no solo no te aseguran la privacidad de la empresa
respecto a tu información dedicándose exclusivamente a protegerla de otros
usuarios, sino que además deja que estos últimos sean los responsables del control del
contenido que se exponga en su red social: “…los usuarios serán los únicos
responsables de la información, imágenes, opiniones, alusiones o contenidos de
cualquier tipo que comuniquen, alojen, transmitan, pongan a disposición o
exhiban a través del sitio web…”
En el caso de otra famosa red social, Twitter, la cosa
empeora considerablemente, ya que en ella el sentido de privacidad es algo
inapreciable, y, el motivo principal del auge de esta red en todo el mundo. Al
acceder a ella, el usuario puede, a través de un `tweet´ de 140 caracteres,
expresar un sentimiento, opinión u acción, eso si, sin ningún tipo de control
moral, por lo que se pueden ver tweets ofensivos hacia ciertos grupos de
población o etnias, además de opiniones políticas cuestionables y
manifestaciones violentas. En cuanto a las fotos, videos y links de los
usuarios, twitter tampoco se hace responsable dejando un vacío que muchos
aprovechan para llenar de forma poco licita moralmente hablando; por ejemplo,
se han dado casos en los que usuarios dedicados a la prostitución, usan twitter
como una herramienta para mostrar sus `atributos´, algo preocupante si tenemos
en cuenta que la edad mínima para acceder a esta red son 13 años.
En definitiva, el uso de estas redes, a parte de tener un
indudable poder de divulgación, puede acarrear bastantes peligros, ya que son
usuarios cada vez mas jóvenes los que acceden a estas redes en la que muchas
veces se ponen en contacto con desconocidos que no solo saben dónde viven sino
sus gustos; aficiones; como visten; quienes son sus amigos, sus padres… No cabe
duda que estas redes pueden convertirse en una herramienta para la creación de
una conciencia global. De cómo sea esta conciencia depende de nosotros.
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