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Colegio Público Francisco de Goya de Fuenlabrada (Madrid) Autor: Matilde Arenal Jorquera |
Entrevista a María Clara Fernández Tejerina, jefa de estudios y Eduardo de No Falero, secretario y profesor de primaria, del Colegio Público Francisco de Goya de Fuenlabrada
La experiencia de tres años en el Colegio Público Yerma y de doce en el Colegio Público Francisco de Goya de María Clara Fernández como jefa de extudios y de veintinueve como profesor de primaria por parte de Eduardo de No Falero les faculta para explicar las causas que llevan a un alumno al fracaso escolar.
Pregunta. ¿Cómo definiría usted el término `fracaso escolar´?
Clara Fernández (C.F.). En primaria, es ese niño que no tiene éxito en sus estudios.
P. ¿Cuáles son las causas?
C.F. En primer lugar puede ser la motivación, la familia, que tal y como está estructurado el sistema educativo no le sirve o, simplemente, que no le gusta.
P. ¿Entonces, quién puede hacer algo por mejorar la actitud de los niños?
C.F. Los padres deben estar con ellos, no sólo para decirle: “Ve a hacer los deberes” y que ellos se vayan a su habitación solos, sin control. Hay que crearles el hábito de estudio. Para ello, la atención de los padres es fundamental. En casa es donde se anima, inconscientemente, al fracaso escolar, porque no se da importancia a la educación, a ese aprendizaje que antes se valoraba tanto. También hay niños que necesitarían acudir a Centros de Educación Especial, puesto que sus necesidades van más allá de las típicas necesidades de un niño al que no motivan sus padres.
P. ¿Qué sucede con esos niños, que necesitando un centro de este tipo, sus padres no se lo facilitan?
C.F. Evidentemente, que fracasan en sus estudios, unas veces porque sus padres no tienen suficiente dinero para llevarles a ellos y se conforman con que aprenda todo lo que pueda en una escuela pública y otras porque no lo estiman suficientemente importante para hacerlo.
P. ¿Qué diferencia hay entre los niños de la generación de los 60-70 y los de las generaciones actuales?
Eduardo Falero (E.F.) Desde los años 80 se pierde el respeto al profesor y, en este caso, la culpa fue nuestra. En aquel momento, la escuela era todo menos escuela. Los profesores todo lo que hacían eran proyectos: un día se hacía radio, otro televisión..., y los niños se acostumbraron a que el maestro era el compañero, el amigo y los libros eran un horror. El colegio era un entretenimiento, y ahí comenzó el problema. Antes de los 80, `la educación era para...´: mejorar, subir, tener más conocimientos. Y ese concepto lo transmiten los padres. Hoy en día, para muchos de ellos, el colegio es una guardería donde tienen al niño cuantas más horas mejor y no les importa dejarles desde las siete de la mañana hasta las siete de la tarde. Muchos padres ni siquiera saben en qué curso está su hijo ni el nombre de su profesor. Ven el colegio como un edificio extraño en el que dejan a sus hijos todo el año menos los dos meses de verano.
P. ¿Esto no es consecuencia de la no conciliación entre el horario laboral y el escolar?
E.F. Es verdad que la sociedad en este sentido no acompaña, lo admito, pero todo el mundo tiene que habituarse. Si hay que trabajar menos horas, habrá que hacerlo, porque ese muchacho no está con la familia y, como consecuencia, no puede recibir nada positivo de ella. Ayer me quedé aterrorizada cuando, al salir de mi casa, leí un cartel en la puerta de una guardería en el que ponía: “Abrimos de cinco de la mañana a 00:00 de la noche”. ¡Esto es una barbaridad! Antes, la figura de la madre en casa era un referente para los niños.
P. ¿Entonces, la incorporación de la mujer al mundo laboral ha influido en la educación de los niños?
C.F. Sí, ha hecho mucho daño. No sólo su incorporación, sino el hecho de que tenga que trabajar tantas horas. La presencia de las madres en casa era un referente para los hijos.
P. ¿Y por ese motivo se responsabiliza a las madres del fracaso de sus hijos en la escuela?
C.F. Bueno, no sólo a las madres, sino a los padres como tutores de sus hijos y a su actitud con respecto a la educación de éstos, porque deben asumir la responsabilidad.
P. ¿Tiene algo o mucho que ver la sociedad consumista actual?
E.F. La sociedad que hemos montado nos ha llevado a unos niveles de necesidades que nadie se plantea reducir y, a lo mejor, en un momento determinado habría que hacerlo. Decir: “Voy a renunciar a tener esto, a cambio trabajo menos horas y puedo estar más tiempo con mis hijos”.
P. ¿La escuela cuenta con apoyos para cubrir esas necesidades de atención de los niños?
C.F. La escuela sí cuenta con esos apoyos humanos, aunque no con todos los que se necesitan, por supuesto, pero el problema sigue radicando en los padres, porque nosotros comprobamos a diario que esos niños que tienen carencias de concentración y esfuerzo vienen al colegio con las más modernas consolas, móviles... que existen en el mercado. ¡Luego a sus padres no les faltan medios!
P. ¿Qué postura toman los padres frente a los problemas que tienen sus hijos cuando les decís lo que deben hacer?
E.F. Antes, los padres decían a los niños: “Tienes que trabajar, esforzarte y atender y respetar a los profesores”. La actitud de estos padres, hoy en día es: “¿Qué te ha hecho el profesor, que voy a hablar con él?“ y se presentan en el colegio como defensores de sus hijos y contra el profesor. Todo esto influye negativamente en los niños, que se creen con el derecho de contestar e incluso agredir al profesor, puesto que imitan a sus padres.
P. ¿Y de esta situación quién tiene la responsabilidad, además de los padres?
E.F. El sistema social existente, por el que la gente no quiere renunciar a determinadas cosas. Nosotros también nos hicimos mucho daño con la liberación educativa de los años 80. También la entrada de los padres en los colegios con la creación de las primeras Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (AMPAS) que fue, en muchos casos, no para colaborar, sino para controlar.
P. El cambio continuo de las leyes de educación, ¿cómo ha afectado a ésta?
E.F. Por supuesto, el no disponer de una ley cerrada ha hecho mucho daño, así como la descentralización de la educación y el traspaso de competencias a las Comunidades Autónomas. También, la etapa en la que aparecieron los términos `Necesita Mejorar´ (NM) y `Progresa Adecuadamente´ (PA). Se decía que a un niño que tenía un cinco en sus notas le resultaba traumático ver que su compañero tenía un diez. Por lo tanto, para no traumatizarle, nació el “todos somos iguales”. Al niño que tenía buena notas le daba más o menos igual, pero el que sacaba un cinco pensaba: “¿para qué me voy a esforzar más si voy a conseguir un PA igual que mi compañero que tanto se esfuerza?”
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