“A mí no me va a pasar”, esa es la frase que viene a la
mente de todas las personas cuándo oyen hablar de cualquier enfermedad. El SIDA
no es una excepción. El nombre suena, asusta y provoca rechazo, pero la mayoría
de personas ni siquiera conocen las formas de contagio y, en otros casos, no se 'teme' lo suficiente como para tomársela en serio.
Novedades tecnológicas, avances médicos y acceso a múltiples fuentes de información contrastan con la falta de percepción de la realidad que existe respecto al virus del SIDA, el VIH, el cual se ha convertido a lo largo de los años en una infección crónica, no mortal, pero que continúa siendo grave.
“Hay una conciencia bastante extendida sobre todo entre los jóvenes que no han visto situaciones dramáticas en su vida y que tampoco, a lo mejor, tienen gente que les haya contado lo que significaba tener anticuerpos y tener el SIDA. Hace 20 años era prácticamente morirse, y como esto la gente joven no lo ha vivido realmente, lo que ellos saben es que es una enfermedad crónica: que se puede vivir pero que te pueden rechazar”, afirma la enfermera Sonsoles del Corral. “Se dan cuenta de que esto es una enfermedad importante. Pero cuando llega el sábado y el domingo y se han tomado cinco copas y un poquito de cocaína y un poquito de GHB... desde luego no van a pensar en nada”.
El Centro Sanitario Sandoval de Madrid es un lugar dónde personas
que creen que pueden estar infectadas de VIH acuden a comprobarlo. Durante el
mes de octubre se realizaron 485 pruebas de las que 29 resultaron positivas. En
ese mismo periodo, en 2010, se realizaron 469 pruebas y 20 fueron
confirmaciones. Aunque la cifra es mayor en 2011, esta puede variar en función
de los meses siendo junio y julio los que se realizan mayor número de pruebas y
se obtienen más positivos en los análisis, según la especialista del
laboratorio de pruebas de hematología, Carmen Rodríguez, coincidiendo con la
celebración del ‘Orgullo gay’. La responsable del laboratorio asegura que un
92% de los positivos se dan en personas homosexuales y que, además, las
infecciones se producen en personas cada vez más jóvenes.
Según un estudio elaborado en el centro, un hombre casado
con una mujer podía tener hasta 50 relaciones sexuales al año con hombres
diferentes.
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Cartel de 'Apoyo Positivo' en el interior de la asociación /Foto: E. Flores |
La psicóloga de la asociación ‘Apoyo Positivo’, Lorena Ibarguchi, también ayuda a pacientes con VIH y SIDA. Atienden a todo tipo de población,
la única excepción es “que no haya un consumo de drogas activo” aunque aclara
que atienden a personas que vayan a pedir ayuda en centros para personas con
trastornos adictivos. Además, confirma que, entre sus consultas, “hay un alto
porcentaje de hombre homosexual”.
Sonsoles del Corral es una de las enfermeras que atiende a
los personas que, voluntaria y anónimamente, se acercan hasta el centro Sandoval. Además de
la prueba del VIH su trabajo consiste en hacer un seguimiento de las personas
infectadas por el virus y comprobar si necesitan o no medicación
antirretroviral.
Esto se sabe en función de la carga viral que tenga una
persona con VIH: “La carga viral es un parámetro pero quizá más importante son
las poblaciones linfocitarias y dentro de estas, los CD4 que son las células
derivadas del virus del SIDA y las que normalmente deciden si una persona tiene
que iniciar o no tratamiento. Si están por debajo de una cifra tenemos que
mandarles al hospital para que lo inicien”, explica, “El tratamiento suele ser muy
efectivo, es verdad, y en seguida se remontan esos valores bajos que te hacen
ponerte a riesgo de otras enfermedades”. Éstas son las llamadas ‘enfermedades oportunistas’ que puede contraer el
paciente por el bajo nivel del sistema inmunitario si no se toma la medicación
correspondiente, son las que podrían poner en peligro a la persona, más que el
SIDA ya que éste como tal, no provoca la muerte.
No hay un periodo de tiempo
establecido para que la persona tenga en su cuerpo mayor o menor carga viral y,
por lo tanto, para que sea necesario o no que comience a medicarse. “Hay
personas infectadas que pueden estar aquí 15 años -haciéndose revisiones- y que
no necesite tomar medicación y otras personas que son como progresores rápidos
y al año, alguno quizá menos, ya necesita tomarlo”, asegura, “pero lo normal
–para que aumente el nivel de carga vírica en su organismo- es de cinco a 10
años”.
Del Corral, debido a su experiencia con personas
infectadas, muestra su preocupación ante la “banalización” de la enfermedad: “A
veces yo veo conductas muy irresponsables de la gente joven y no tan
joven. Como de decir ‘bueno, total, esto es tomarse una pastilla y ya está’.
No. No ven la gravedad del asunto”.
Su labor es evitar que esos comportamientos se
mantengan e intentar que las personas asuman las responsabilidades necesarias
para que situaciones de contagio no se produzcan. Aunque a veces hay factores
externos que influyen, “ahora mismo lo más grave que tenemos son las drogas. Esa es una de las
causas más importantes de que la gente se infecte, sobre todo los jóvenes”.
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