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La calidad musical, en decadencia

La música de hoy ya no es como la de antes

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Foto: Heinrich Klaffs


“Ya no se hace buena música” es una de esas frases que son escuchadas una y otra vez, pero, ¿es así? ¿Ha muerto el verdadero arte consumido por el negocio, o todavía hay salvación?

“Antes un grupo podía tardar mucho en sacar un disco mientras que ahora parecen salidos de una fábrica de montaje” asegura el cantante y líder de La Ley de Mantua, Alejandro Fernñandez. “Los tiempos se han reducido, las discográficas cada vez más exigen nuevo material y así es complicado”, sentencia. El Sgt. Pepper’s Lonely Heart’s Club Band, de los Beatles, que necesitó de 700 horas de grabación en estudio constituye, entre muchos, un buen ejemplo. 

Pero no siempre son las ganas de facturar de las disqueras las que afectan al proceso creativo. Por supuesto, gran parte del peso de la culpa recae sobre los propios artistas. “Hoy en día los grupos no hacen lo que les apetece, sino lo que les da más dinero” afirma el líder y cantante de Sinevenia, Esteban Álvarez. “Mira lo que pasó con Dover” concluye en referencia a este grupo que pasó de hacer grunge al pop eléctrico y discotequero. 

En la música, como en tantos otros terrenos, reinan las modas pasajeras que encumbran y ensalzan, cada poco, nuevos modelos a seguir, reuniendo en torno así a muchos que sólo ven una bolsa llena de dinero. Como ya dijeran el dúo Andy & Lucas en unas sorprendentes declaraciones para EL MUNDO, afirmando que antes de la crisis, en la música “había mucha porquería, cualquiera sacaba un disco”.

Alejandro Fernández apunta otra de las claves de esta bajada de nivel artístico: “cuando tenía 10 o 12 años me pasaba todo el día tocando la guitarra, ensayando, probando, explorando, mientras que hoy los futuros cantantes y artistas están absorbidos por el móvil, la consola o el ordenador”.

Son muchos los factores, como se puede ver, que han provocado este bajón en el nivel de las creaciones artísticas de grupos y cantantes: modas, industria, negocio, dinero y falta de dedicación. Esto no quiere decir que no siga habiendo profesionales que se esmeren en mejorar y ofrecer un producto de calidad, dando todavía esperanzas al público más exigente. Pero estos creadores cada vez son más anecdóticos, y desde luego mucho menos mediáticos y reconocidos.

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