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Los porqués de la crisis del periodismo musical (I)

El clientelismo se ha convertido en la práctica habitual de los medios especializados


Diego A. Manrique
Foto: Carlos Bonilla

“La credibilidad de los medios de comunicación hace ya tiempo que está en entredicho”, es una de esas frases que todo el mundo da por cierta. Todo el mundo hace de juez y dicta sentencia a un periodismo, que cierto, evidencia una profunda crisis. Los medios de comunicación musicales no son una excepción. Pero, ¿cuáles son las causas reales de esta decadencia?


Decía el mítico guitarrista Frank Zappa que el periodismo musical consistía “en gente que no sabe escribir entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer”. Lejos de caer en la tentación de esta penetrante frase, –que bien puede tener su parte de razón- es importante profundizar en las causas reales de la escasa calidad que muchas publicaciones musicales exhiben actualmente.

Según el último Informe anual de la profesión periodística, realizado por la Asociación de Prensa de Madrid (APM), un 43,6% de los periodistas reconoce que la principal traba para llevar a cabo su trabajo es la falta de independencia. En esta línea, el colaborador del portal de rock Maneras de Vivir, Darío Cancela asegura que actualmente “hay un tufo a venderse al mejor postor” en el sector. Aunque rehúsa dar nombres, señala que varios medios musicales han pasado de ser referentes a publicar noticias “promocionales, tal vez por atraer a la gente sedienta de basura informativa, tal vez por intereses económicos que al fin y al cabo van relacionados directamente.

En esta misma línea, el redactor de Hablatumúsica –blog musical de 20 MINUTOS- y de Kedin, Jesús Castellanos, afirma que “cierto tipo de medios publican lo que sea con tal de mantener esa bonita relación que no deja de ser detestable”, acerca de las relaciones entre los medios y las discográficas.  Se trata, entonces, de que el actual periodismo musical predica las supuestas bondades de una obra, con tal de obtener el favor económico de los responsables de la misma.

 “El objetivo de un medio es conseguir dinero, vivir de ello. Para ello se necesita publicidad y ahí entran los conflictos de intereses” apunta Castellanos. De hecho, la realidad demuestra algunas de las prácticas de este clientelismo: “puestas en escena y grandes fiestas por todo lo alto en la presentación de artistas y discos” recuerda el redactor de Kedin. Un ‘yo te mimo y tú me vendes’ en toda regla.

Así se evidencia la situación de un periodismo musical, cultural, y en general cualquier tipo de periodismo, desmemoriado a la hora de cumplir sus funciones, que no es otra que informar con rigor y calidad, y que se ve supeditado a otros intereses canalizados en forma de halago. Y es que como ya apuntaba en EL PAÍS el que fuera director adjunto de Radio 3 (RNE3), Diego Manrique: “los superlativos son baratos en estos tiempos”. 



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